6 de septiembre de 2013

Este jueves, un relato:El olvido




Más veces de las que sería deseable hemos escuchado esa frase tan contradictoria de: Perdono, pero no olvido. Cuando leí el tema que nos proponía esta semana Charo, enseguida me vino a la mente esa frase. Frase que, personalmente, detesto. Porque si no se olvida un mal que nos han causado, quiere decir que andamos algo- o mucho- dolidos y albergando cierta inquina hacia quien no hemos sido capaces de perdonar, en todo el sentido de la palabra.

Si esa es la forma de conducirnos normalmente,  el rencor anidará en nuestro corazón y acabaremos desconfianzo de todo aquel que nos rodea, estaremos siempre temiendo que nos hagan daño y, poco a poco, nos encontraremos más distanciados de los demás.

Cuando no somos capaces de olvidar y  perdonar, el daño que nos han infringido se queda dando volteretas por nuestro ánimo y hace que soportemos una sobrecarga negativa que tan solo nosotros sabemos y sufrimos y, a la larga, nos frena impidiéndonos ser felices. 

Es primordial que, cuando alguien nos ofenda, seamos valientes y cambiemos impresiones con esa persona, explicándole lo que realmente ha supuesto su ofensa, lo que hemos sentido y tratar de hacerle entender nuestro estado de ánimo después de ese desencuentro. Si esa persona es de nuestro entorno más cercano, sin duda llegaremos a un entendimiento, y el cariño que podamos tenernos, crecerá...

Realmente, el ser capaces de perdonar una ofensa, del calibre que sea, para mi es una virtud envidiable. El mundo de los sentimientos es muy complejo y el perdón es eso al fin y al cabo, un sentimiento. Y los sentimientos, desgraciadamente, no los controlamos. Simplemente surgen...o no.

Quizá algún día os cuente en uno de estos relatos, lo que supuso para mí esta frase hace ya algunos años. Demasiados...

Y por poner un toque de humor a mi participación, os diré que el olvido, pero en plural-olvidos-me acompañan últimamente con cierta asiduidad: hago listas de la compra que no llevo al super, abro la nevera y no se para qué la he abierto, planeo por la noche cosas para hacer al día siguiente y más de una se queda pendiente, a alguna que otra de mis  cacerolas-palabra de Rosa Desastre que me encanta- se le ha socarrado el culete porque la dejo al fuego y me olvido de ella...y todo porque se me olvida que ya tengo una edad y que no puedo hacer todo lo que hacia hasta hora en el mismo tiempo. 

Escribiendo, escribiendo, se me ha olvidado que esto era para el jueves, y ya es viernes...

LUPE

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